No hubo ni habrá nunca una declaración mayor de complacencia para nuestras acciones egocéntricas. Tendremos que pedirle a Nadie quien es Perfecto que nos ayude a seguir su ejemplo. Si no aprendemos de Nadie pues no nos queda otra opción que aprender de Alguien. La perfección es inalcanzable, pero podemos caminar hacia ella y en el trayecto infinito aprender a amarnos. El trabajo de cada uno de nosotros es ser aprendices de lo que percibimos en nuestro prójimo y llegar al Entendimiento que revelará el otorgamiento en nosotros. La perfección que buscamos es llegar a amar deseando llenar los deseos de los demás como si fueran los nuestros. Así caminaremos en dirección a perfeccionarnos y allí sin duda alguna descubriremos que Nadie es Alguien.