Vivimos en un mundo donde si necesitamos prácticamente cualquier cosa la encontramos con el toque de un botón. Nos hemos acostumbrado a esforzarnos lo menos posible obteniendo todo lo que queremos. Pero hay algo que de ninguna manera posible será alcanzado sin el esfuerzo y la responsabilidad conciente de nuestra parte. Durante nuestra vida no nos interesan los procesos por los cuales se obtienen las cosas, solo los resultados ganan nuestra atención. Para nosotros como humanidad poder llegar a una armonía tendremos que concientemente aceptar que el proceso de obtener para nosotros mismos sólo nos a llevado a un desorden en todos los aspectos.
En la verdadera realidad no existen resultados fáciles, no hay botones para presionar que nos den la oportunidad de obtener amor instantáneamente. Es el Trabajo de cada individuo en compromiso con su Creador lo que nos brindará la oportunidad de ser eslabones de unidad dentro de nuestro entorno. Pero como esto puede ser posible si continuamente lo que queremos es obtener solo para nosotros. Somos un reflejo del ego de nuestro prójimo y a su vez nuestro prójimo es un reflejo de nuestro ego. Nuestros propios rasgos negativos los observamos en los demás no porque necesariamente sean parte de ellos sino porque son rasgos en nosotros mismos, con los cuales únicamente debemos trabajar. Al hacernos concientes de nuestro modo de operación trabajaremos para crear un nuevo entorno para los que nos rodean y para nosotros mismos.