La salvación que buscamos es de nosotros mismos, siempre lo fué y lo será hasta que decidamos salir del horno. Cuando somos niños aún no se a desarrollado nuestro egoísmo por lo cual absorbemos sin problema todo lo que nos rodea. En la adultez necesitamos salvación de todo lo que somos a consecuencia de nuestro desarrollo egoísta, pero lo más grande es que no nos damos cuenta de ello. Ya en la vejez vamos transformando el ego gradualmente de forma natural hasta que nos deja y nos llega la Vida.