No tenemos que ser parte de nada, pues ya somos parte de todo. Si no sentimos la unicidad y la inclusión de este gran organismo que llamamos humanidad, entonces el problema no reside en los demás sino en nosotros mismos. El trabajo está a nuestro alcance, en la expansión del círculo permitido para cada individuo. Tenemos que hacer que giremos como ruedas dentadas desde donde nos encontramos y así reflejar un nuevo mundo. Una nueva consciencia será posible solo concentrándonos en demostrar el camino correcto. Tal como despertamos diariamente en un mundo desorganizado, así también podemos crear un ambiente propicio para uno organizado. Traspasar las barreras de nuestros deseos inmediatos será ver el potencial de inclusión y unicidad de todos, como un solo organismo.