En nuestro proceso de desarrollo existen las metas espirituales que alcanzamos con el deseo individual de recibir en el mundo físico, así es como trabajamos en piloto automático. En realidad no son nuestros deseos físicos los que perseguimos sino el cumplimiento de los deseos espirituales que nos llegan a través de ellos. Los deseos físicos cambian con el paso del tiempo, son temporeros en nuestra vida y marcan diferentes etapas. Los deseos espirituales son permanentes y parte de nuestra busqueda individual de plenitud y verdad. Nuestra estancia en este mundo físico sólo nos sirve para conscientemente desarrollar ese mundo espiritual individual dentro de nosotros. Ese desarrollo individual finalmente llevará a nuestra especie a un desarrollo global en el cual perseguiremos lo verdaderamente importante cuestionando lo que realmente deseamos, lo físico o lo espiritual.