La reproducción del ser humano en el plano físico es un poceso que solo se podría definir como un majestuoso milagro. En el plano espiritual también existe un proceso similar que va ligado al anterior, el cual ocurre casi en su totalidad sin ningún entendimiento de la responsabilidad que este conlleva y que da paso a una nueva generación. Cada una de las decisiones que elegimos, preocupaciones que tenemos y todo lo que desarrollamos en la vida viene a ser parte de nuestra semilla que es responsable de la continuidad de la humanidad. Son nuestros pensamientos, intenciones y acciones en nosotros mismos y hacia los demás los que modifican esa "memoria" y brinda una esperanza para el desarrollo de un nuevo entorno. Es una prioridad para nosotros el desarrollarnos y no dejar al curso de la vida que determine nuestro potencial que eventualmente estaríamos transmitiendo para la creación de otra nueva generación.