La vida sin alcanzar el otorgamiento y sin percibir la verdadera realidad es más dura que la muerte. No porque la vida sin el crecimiento espiritual sea físicamente dura, sino porque la persona llega al estado, en el que ve su mitad en depresión y su otra mitad siente miedo a causa de su incomprensión. Como resultado, la vida se vuelve insoportable. Y no sólo por el sufrimiento, sino por el dolor interior en la persona. Cada una de las etapas en la vida corresponden al crecimiento que el Creador desea para el individuo en su beneficio.