Durante nuestro desarrollo desde el comienzo del reconocimiento de la lucha individual en la vida, nuestra prioridad es velar por nosotros mismos, por obtener un espacio en este mundo material que vemos. La urgencia por sobresalir de una u otra manera nos empuja a reconocer poco a poco ese mundo oculto fuera de nuestros sentidos físicos. Ese mundo que pocos lo pueden reconocer, pero que todos estamos siendo influenciados por su dominio. Llega un momento en la vida de la persona donde internaliza que es inútil todo avance individual, obteniendo solo para sí mismo. La fuerza que nos lleva a su reconocimiento gradualmente, nos demuestra paso a paso la verdadera realidad, que solamente colectivamente podemos avanzar, develando una a una todas las cubiertas espirituales que nos alejan de ella.