Las diferencias físicas entre nosotros nos identifican en grupos y culturas. Estas diferencias nos alejan aún más de comprender que todos formamos un sólo cuerpo espiritual. Somos parte de un rompecabezas todavía en proceso que necesita moldear con cuidado cada pieza para permitir su unión. Todos formamos parte de una sola especie que no tiene color y que no puede ser vista. Una especie invisible que nos transforma del estado actual en que nos encontramos en verdaderos seres humanos. Nosotros decidimos alejarnos de ser parte de ella y ahora necesitamos dar un giro de vuelta por nosotros mismos. Un giro consciente y de certeza que permitirá fundir cada pieza para poder sentir que somos parte de una sola raza.